la moral de la sábana arrugada

Susana Giménez se fue a Uruguay porque está cansada de la cuarentena. Pero en verdad parte de la estrategia de la septuagenaria de los programas televisivos es un espejo a la vida de Al Capone, que terminó tras las rejas no por sus crímenes sino por no pagar impuestos.


Susana se fue a Uruguay, que desde este año tiene un presidente que hace campaña para atraer argentinos ricos al vecino país, que es una especie de paraíso fiscal, donde los ricos buscan residencia para pagar menos impuestos que en la Argentina. No es que Susana Giménez tenga mucha información sobre el Estado confiscatorio que se viene en nuestro país, porque tampoco hay ningún elemento serio que hable de algo semejante.

Se fue porque la avaricia no tiene límites y “lo mío es mío porque me lo gané”, aunque eso se componga en parte de haber importado un auto con permiso para discapacitados y haberlo escondido bajo fardos de pasto, para pagar menos y tener más. Aunque parte de la fortuna la explique el haberse acogido a un blanqueo de capitales, lo que significa que primero evadió y fugó dinero del país. Y es tan grande la avaricia y la impunidad de la palabra de alguien que hace décadas habla sin haber hecho un solo aporte positivo al debate público en la Argentina, que hasta tuvo la valentía de haberse arrepentido hace pocos días de haber blanqueado esos capitales.

Al Capone fue condenado y enviado a la prisión de Alcatraz en la década del 30 en Estados Unidos, país que Susana Giménez admira, por haber evadido impuestos, no por tráfico ilegal de bebidas alcohólicas ocasionado por la Ley Seca, ni por su red clandestina de salas de juego, ni por sus crímenes.

Susana tiene la suerte de poder viajar en un avión privado a Uruguay y de haber podido vivir en la Argentina. Nadie acá la va a meter presa por evadir impuestos. Ni por tráfico legal de ofensas a la construcción del sentido de ciudadanía, de Patria o de los agravios permanentes a la elevación cultural. Nadie va a juzgarla por sus conductas privadas, porque la Constitución Nacional garantiza en su Artículo 19 que “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”.

“Tengo terror de que nos quieran convertir en Venezuela”, dijo anoche en una entrevista televisiva. Es respetable su miedo, aunque poco discutible por el nivel de argumentación con el que la señora emite sus temores. Uno respeta, por sentido de humanidad, pero es difícil respetar intelectualmente con lo cual nos abstenemos de la contraargumentación, además para qué, tal vez en su mansión de Uruguay haya mejores textos que Susana pueda leer que estas humildes líneas. Siempre se puede aprender algo, aún en el otoño de la vida.

El terror es nuestro Susana Giménez. Porque las fronteras están abiertas para irse de la Argentina y con ciertas condiciones sanitarias, producto de la cuarentena que te tiene tan cansada, hasta podés volver algún día. El problema mi amor, es que también puede volver a abrirse la tele para vos. Y ahí tengo terror que sigas siendo parte de ese espejo en el que lamentablemente nos venimos mirando hace tantas décadas, sin que en tu caso nos hayas devuelto ni una, pero ni una sola imagen que haya ayudado a este país a ser un poco mejor.

Facebook
Facebook
LinkedIn
Instagram
YouTube
YouTube
RSS
Google+
Email

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *