Mauricio Macri tiene razón

La marca Cambiemos se consolidó a nivel nacional con las PASO del domingo pasado, más allá del resultado incierto (probablemente adverso), en la provincia de Buenos Aires y pese a que en 14 de los 24 distritos no sacó la mayor cantidad de votos. La marca Cambiemos lleva inserto el concepto de cambio, que de tan repetido parece vacío. El Presidente lo utiliza a menudo en sus apariciones y lo cierto es que una parte importante de la población no se dio cuenta (o no lo percibió). Sobre todo muchos de los que lo votaron.

“Yo me voy a dormir todas las noches pensando en la cantidad de gente que todavía no percibe las mejoras”, decía Mauricio Macri en mayo pasado, durante una entrevista con el Diario Clarín

«Hay mucha gente que no percibe este camino de mejora», repetía el Presidente, durante el discurso por el Día de la Bandera en Rosario, el 20 de junio.

«Todavía hay mucha gente que no lo percibe, pero la Argentina está creciendo”, decía en julio en una nota con el Canal 12 de Posadas, Misiones.

Y la semana pasada, durante el acto de cierre de la campaña para las PASO, en Córdoba, sostenía que “el cambio en el país va en serio”.

Evidentemente, la idea del cambio es el motor central de la articulación discursiva del elenco gobernante, encabezado por Mauricio Macri. Detrás del Presidente se encolumnan todos los voceros que bajo esta palabra engloban todo tipo de medidas encaradas o por abordar.

Mauricio Macri

Es obvio que la Historia es cambio permanente, en un sentido amplio del término. No hay estática en los movimientos de las sociedades: o se avanza o se retrocede.

Pero las percepciones acerca de estos criterios son directamente proporcionales a los intereses que se tengan o se crean tener. Todo una sutileza que los analistas intentan desentrañar para combinarlos en torno a la emisión de los votos, que por cierto llevan, además de razones funcionales, elementos de identidad, de clase, de pertenencia, de disciplina orgánica, de adhesión partidaria, de sentido común (propio, asumido o impuesto).

En alguno de esos parámetros, de una lista tentativa e incompleta, hay que encontrar las razones del voto a favor del oficialismo, que ronda el tercio de los votos emitidos en las PASO de hace unas horas.

Claramente, un núcleo duro está dispuesto a acompañar con variable grado de compromiso la propuesta de Cambiemos. Y está vinculado a las categorías más convencidas del modelo M, por defensa de intereses o por ideología dura.

¿Cuánto es ese porcentaje? Difícil definirlo con precisión, en tiempos de sondeos que transitan un delicado equilibrio entre la radiografía social y la construcción de imagen política.

Pero están también, en ese apoyo que lleva a ilusionarse al Gobierno con instalarse como una fuerza histórica en la Argentina, un sector que puede entrar con certeza en esa definición de Macri de aquellos que “no perciben el cambio”.

Son desencantados de experiencias pasadas, escépticos del debate, antipolíticos por (de)formación o por nihilismo. Son el sujeto del nuevo relato. Y probablemente tarden más tiempo en darse cuenta de la naturaleza profunda del proyecto de país que vino a instalar Cambiemos.

Pero son también a los que hay que escuchar, observar, porque tienen algo para decir. Su silencio habla, su voto influye y subestimar su participación (por escasa que parezca), puede llevar al peor de los errores en la política: hablarle sólo a los propios y caer en la tentación del espejo.

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