Una mirada uruguaya sobre la marihuana legal; diversión y profundidad en dos horas de cine

#cine Traigan El Porro (Misión No Oficial)
La clave de una película basada en hechos reales (o que los incorpore como parte de la trama), es que cautive por igual a dos tipos de públicos, si es que se pudiera hacer una diferenciación por partes iguales. Porque si el espectador sabe del tema, no debiera aburrirse, y suponer que si conoce parte de la historia, puede llegar casi con las escenas armadas en su propia cabeza. Si, en cambio, el que mira la película no está metido en el asunto, en principio debiera enterarse y entretenerse.


No es una tarea sencilla satisfacer a públicos diferentes. Traigan el Porro (Misión No Oficial) lo logra y de una manera muy solvente. Cine entretenido en clave de comedia, con tonos surrealistas, llena de humor y una mirada original sobre un tema controversial, que en Uruguay se resolvió hace unos años con la legalización de la marihuana.
Esta producción uruguaya, es un gran trabajo de Denny Brecher, Alfonso Guerrero y Marcos Hecht (los tres directores), no solo por el guión, sino por las excelentes actuaciones del propio Brecher, de Talma Friedler (su madre real y en la ficción) y de Tato Olmos, como protagonistas.
Y es allí donde aparece la figura del entonces presidente José Pepe Mujica, que debuta como actor, haciendo de sí mismo y encargando una misión secreta que garantice la provisión de marihuana en el país, hasta que las plantaciones ofrezcan sus primeros resultados.
La misión consiste en conseguir la provisión de marihuana, a través de una fachada legal, precisamente en Estados Unidos. Y la road movie, que comienza en Uruguay con unas cámaras ocultas reales en momentos en que aún no se había aprobado la legalización de la marihuana, se desarrolla luego en diversas ciudades del país del norte, que por ese tiempo fue visitado por el propio Mujica para una reunión oficial con Barack Obama.
La mezcla justa de datos, con imágenes documentales y situaciones de ficción, hacen una alquimia perfecta donde se hace complicado por momentos distinguir entre lo real y lo actuado.
Ese el punto fuerte de la película, que tiene atrapado a los dos públicos posibles, que pueden verla esperando un final que se puede adivinar pero no conocer, con una tensión narrativa que está también presente, como hilo conductor de una comedia que no sólo entretiene, sino que muestra una historia que apela a una fórmula simple pero efectiva: mostrar un conflicto, desarrollarlo y cerrarlo con una salida. Nada más, ni nada menos. Ninguna pretensión de finales abiertos, ni interpretaciones divergentes. Traigan el Porro, en ese sentido, es una película redonda. Si no fuera un chiste fácil, hasta podríamos decir, una película humeante y divertida.

Entrevista a Denny Brecher en #AzzaroAlHorno (Radio Latina FM 101.1)

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