A 42 años del Golpe, los límites del Nunca Más

(Apuntes sobre el Terrorismo de Estado y una introducción al Terrorismo de Mercado). En 1983 la democracia desplazó a la dictadura como forma institucional, pero no llegó a muchas zonas de la sociedad, como la economía o las cárceles. Un país que aún padece los resabios del autoritarismo y la violencia, de los hechos y del silencio. La democracia tiene rasgos de formalidad, está en constante discusión, pero a pesar de sus carencias “Eppur si muove” (y sin embargo se mueve).

Cuando en 1984 se presentó el Informe de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), el horror de la dictadura civíco-militar quedó plasmado en un libro titulado “Nunca Más”, que le mostró a los que quisieran verlo el calvario de un Plan Sistemático de secuestros, centros clandestinos de detención, torturas, muertes y desapariciones llevadas a cabo tras el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

Los miles de muertos, desaparecidos, los exiliados y censurados, los bebés robados (a cuatro década aún persisten cientos de hombres y mujeres con su identidad robada y fraguada), son la herencia capilar de una época cuyos tentáculos aún permanecen activos.

“En la Feria del Libro de Buenos Aires en 2016, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, presentó una nueva edición del Nunca Más, conmemorativa del 40 aniversario del golpe de Estado de 1976. La novedad era la eliminación de aquel segundo prólogo añadido en 2006 y que discutía la concepción sobre la violencia estatal y guerrillera que proponía el prefacio original. En la presentación de la versión 2016, Avruj justificó la sustracción de ese texto explicando que se trataba de un regreso a la “edición original” y que ofrecía el Informe “tal cual fue”, “sin aditamento ideológico”. La reacción no se hizo esperar y distintos organismos de derechos humanos denunciaron el gesto como un retorno a la teoría de los dos demonios”.
(Cita de la revista digital Zoom)

La génesis del Golpe

Las razones profundas que motivaron la irrupción militar para hacerse del Gobierno, tuvieron que ver con la disputa histórica por la distribución de la renta y de la riqueza. Y claramente están vinculadas a la instalación de un modelo de valorización financiera acorde con los dictados del incipiente neoliberalismo, que ya tenía su ensayo ejecutado en Chile por Augusto Pinochet, pero orientado por los verdaderos mandantes: la Escuela de Chicago, verdadero motor de la transformación que venía a acabar con la posibilidad de desarrollos medianamente autónomos de nuestros países.

La línea argumental de la violencia política en la Argentina, como justificativo del Golpe de 1976, poco se sostiene en la realidad, toda vez que los propios militares consideraban como menor el impacto de las organizaciones subversivas, para las cuáles (en el caso de haberse optado por mantenerse dentro de los límites del Estado de Derecho), podían existir mecanismos judiciales, que prácticamente no se aplicaron, salvo en los casos de detenidos que permanecieron a disposición del Poder Ejecutivo y de esa forma salvaron su vida.

Cuando la mirada histórica se posa en las figuras de José Alfredo Martínez de Hoz y de Domingo Cavallo como las dos puntas económicas de la dictadura, se puede entender el verdadero significado del Terrorismo de Estado, a lo que habría que pensar si no es hora de pensar ya en agregarle la idea del Terrorismo de Mercado, tarea sobre la que debemos avanzar en clave pasada, para también echar luz sobre el presente.
(Un apunte sobre el tema del Terrorismo de Mercado se puede ver en declaraciones de Lula Da Silva en diciembre pasado, reflejadas en esta nota de ámbito.com).

El crecimiento de la deuda externa (se multiplicó por 7 en la dictadura, pasando de 7 mil a casi 50 mil millones de dólares), la caída del poder adquisitivo, la pobreza multiplicada, el desempleo, el cierre de industrias producto de la apertura indiscriminada de las importaciones, el comienzo del modelo privatizador, el fortalecimiento de los grupos económicos (el caso del Grupo Socma, del actual presidente Mauricio Macri, es elocuente y explicativo), fueron algunas de las consecuencias que dejó la Dictadura cívico-militar.

No debe quedar fuera de este listado el tema de la Guerra de Malvinas, que puso a nuestro país de rodillas frente al imperialismo anglo-norteamericano, rifando en nombre de una causa justa como es la soberanía argentina sobre las islas, el esfuerzo diplomático que debía desembocar en una salida pacífica del conflicto. Ni en ese caso los militares argentinos honraron la tradición sanmartininiana, que llegó al extremo de ser guapos para matar adolescentes por la espalda, pero cobardes para enfrentar al enemigo (¿les suena el nombre de Alfredo Astiz?).

En ese contexto los nombres de las Juntas Militares, desde la primera con Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti asaltando el poder formal en 1976, no deben opacar al poder real que estuvo (detrás o poniendo la cara como Martínez de Hoz), digitando los pasos de un ciclo nefasto de nuestra historia.

Los hechos ocurrieron hace más de 40 años y nos mostraron los límites del horror, como bien señaló el “Nunca Más”, pese a su intento de equilibrio con la Teoría de los Dos Demonios. Pero nos siguen hablando sobre nuestros días. Por eso la necesidad de seguir ejerciendo la Memoria, practicando la Verdad y luchando por la Justicia, así, en presente. Para completar esa democracia que incluya a todos, para recuperar ese sueño de los tiempos eternos, que en cada época tuvo diferentes formas de manifestarse, pero que siempre estuvo guiado por la idea de que un mundo mejor es posible.

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1 pensamiento sobre “A 42 años del Golpe, los límites del Nunca Más”

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